R e p o r t e r o s    c u l t u r a l e s    d e l    P e r ú

Escribe: María Teresa Canelones Fernández*

Cumplir sin chistar con una jornada laboral de ocho horas es como entrar en modo parálisis o en la escena de una película de terror en la que el fondo musical es un reloj agonizante, que declara una muerte lenta, pero inminente.

El trabajo es el preámbulo a la muerte porque está supeditado a horarios, a deberes irrefutables, a la reproducción per se y a censurar la diversidad. Desde hace 103 años no se reduce la jornada laboral. El arquitecto Carlos Tovar ―conocido en el Perú como el caricaturista Carlín― plantea como coherente la reducción laboral a cuatro horas con la misma remuneración. Afirma que de lograrse como una medida sencilla, gratuita, pacífica y democrática, permitiría equilibrar la economía y continuaría aumentando la productividad. Propone que en lo sucesivo continúen las reducciones de la jornada laboral y proyecta que en veinte años se deberá trabajar 2 horas, y en cuarenta, 1 hora al día.

Tovar cree que asumir la reducción de la jornada laboral a 4 horas, como una lucha internacional, es la oportunidad de iniciar una nueva era para la humanidad, porque habría cambios en nuestros hábitos, alcanzaríamos la verdadera liberación como seres humanos y comprenderíamos que la finalidad de la vida no es el trabajo, sino la felicidad, la cual ―está seguro― se conquista en el tiempo libre. “El empresario debe pensar qué ocurrirá cuando todas las empresas contraten más trabajadores, entonces sus propias ventas van aumentar, porque la demanda de sus productos aumentará también. En otras palabras, un salario no debe ser visto solo como un gasto, sino al mismo tiempo como un ingreso para las empresas”, argumenta Carlín.

El historiador Rutger Bregman (1988) propuso en su libro Utopía para realistas reducir la jornada laboral a 15 horas semanales. Decía que trabajar menos es vital para pasar más tiempo con la familia, tener una mayor participación en comunidad y aumentar la recreación.

En un centro de cuidados para adultos mayores, en Suecia, se redujo con éxito la jornada laboral de 8 a 6 horas. El personal gozó de un mayor descanso, aumentó su productividad y motivación en la atención hacia los pacientes. La medida, sigue en discusión.

Si la jornada laboral de 8 horas se redujera a 4, sería un hecho que tendríamos 24 horas de productividad, productividad no solo económica para la empresa en la que trabajamos, sino también productividad en nuestra dinámica individual, pues gozaríamos de una mayor calidad de vida, y seríamos seres plenos, felices y libres.

*María Teresa Canelones Fernández es periodista y autora del libro Historias domésticas. Este artículo es un extracto del que se publicó originalmente en la revista Kilómetro 0.